Venezuela
es un país con grandes recursos humanos y recursos naturales
renovables y no renovables, recursos que de haber sido canalizados en su
momento de manera eficaz y eficiente nuestro país sería hoy día una potencia económica, pero en las últimas dos
décadas los resultados económicos han sido decepcionantes debido a la aplicación
de políticas económicas
erróneas.
Como
consecuencia del aumento del precio del petróleo en los años 1973 y 1974 se produjo
una expansión transitoria del crecimiento económico impulsada por la demanda, pero a pesar de una segunda alza de
dichos precios en petróleo en 1979 y 1980, el crecimiento anual
per cápita fue negativo en el período comprendido entre 1979 y 1985.
Desde 1983 en adelante el poder adquisitivo de la inmensa mayoría de las personas a disminuido debido a constantes devaluaciones y una inflación que hoy es una de las más altas. El empleo público, que abarca alrededor del 15% de la fuerza de trabajo, ha sido un pesado lastre que en nada ha contribuido a mejorar la situación económica y social del país, esta es una inmensa suma, que supera el producto bruto de muchos países de la región.
Entre
los años 1986 y 1988 se pusieron en marcha políticas de expansión que llevaron
a un aumento transitorio del crecimiento. Dichas políticas, sin embargo,
resultaron insostenibles, la inflación aumentó, las reservas externas
disminuyeron y se produjo una escasez generalizada.
Luego
de un corto período de crecimiento económico en los primeros años de la década
de los noventa, entre 1992 y 1994 pero que no se traduce en una mejor calidad de vida para los habitantes: las
escuelas y los hospitales de la nación están en ruinas, las carreteras siguen
sin terminarse, no hay nuevas obras de infraestructura desde hace décadas y ni
siquiera se ha podido restablecer la vialidad y los servicios básicos, esto conlleva que las
condiciones económicas políticas y sociales de Venezuela se deterioren considerablemente,
debido a una serie de hechos que tuvieron un gran impacto negativo en el país:
la disminución de los precios de exportación del petróleo, la inestabilidad política, una crisis bancaria de importancia, el nivel de desempleo sigue creciendo, como consecuencia,
se produjo una caída del PIB de los sectores no relacionados con
el petróleo, la inflación continua en aumento y las reservas
disminuyeron.
A principios de 1.996, el gobierno puso en marcha un programa económico de Estabilización y
Reformas Estructurales denominado "Agenda Venezuela", cuya fase
inicial tuvo como objetivo el restablecimiento de los equilibrios
macroeconómicos, incluía la unificación de los tipos de cambio, que en un primer momento se
encontraban bajo un sistema cambiario flotante y que
posteriormente fue reemplazado por bandas cambiarias; la liberalización de las
tasas de interés; la eliminación de la mayor parte de
los controles en los precios, y el ajuste del precio interno de los
combustibles.
Petróleos
de Venezuela (PDVSA), dio inicio a la modalidad de "Apertura
Petrolera", que consistía en otorgar
contratos a empresas privadas, para la exploración y
explotación de petróleo, algo parecido a la política implantada por el gobierno
del general Gómez, pero con la diferencia que estas concesiones son cedidas, en
este caso a la empresa que mayor porcentaje de ganancia deje
al país.
Hacia
1.997 la economía del país una economía monoproductora
dependiendo en su mayor porcentaje del sector petrolero y con serios
desequilibrios estructurales, que incluían un aumento del déficit fiscal, un déficit en la cuenta corriente
externa, un elevado nivel de desempleo, elevados índices de inflación y
elevados actos de corrupción.
La
contribución del petróleo al PIB total aumentó de aproximadamente el 21% a
principios de los años noventa, al 26% a finales de esa década. Al mismo tiempo, la participación de la agricultura en el PIB disminuyó de alrededor del
6% en 1990, al 4% en 1998, la participación de la industria manufacturera disminuyó de
aproximadamente el 13% al 10%, y del sector de servicios se mantuvo en
alrededor del 60% del PIB.
La
participación de los productos de exportación distintos del petróleo
ha sido, en promedio, inferior al 25% de las cifras totales de exportación, lo
que refleja la falta de diversificación fuera del sector petrolero y el impacto
que ha tenido, a lo largo del tiempo, la sobrevaloración de la moneda en la competitividad externa.
En
estas circunstancias, los salarios reales disminuyeron
significativamente y el desempleo aumentó. A pesar de la existencia de un salario mínimo obligatorio durante la mayor
parte del período comprendido entre 1990 y 1999, el salario real medio
disminuyó aproximadamente un 23%. La caída del salario real afectó a todos los
sectores del mercado laboral.
Durante el segundo trimestre del año 2000, el PIB creció entre 2% y 3% en relación con igual período del año anterior (tras una expansión de alrededor del 0,3% en el primer trimestre), dando una señal de recuperación económica después de una caída del 7,2% en 1999.
En
agosto de 2.000 la inflación se redujo al 15%, la tasa más baja de los últimos
14 años que, además, se ajusta a la meta de 16% fijada por el gobierno para el
año 2000.
La disminución de la inflación se ha logrado a costa de una recesión económica
y de una caída tanto del consumo como de la inversión, y el gobierno estima que el
desempleo alcanzó el 13,5% en el mes de julio.
La
combinación de un tipo de cambio sobrevalorado y bajas tasas de interés real ha creado las condiciones para
que surjan presiones en el sector externo. Sin embargo, no se han producido
restricciones inmediatas a la balanza de pagos, las salidas de capital han sido ampliamente compensadas por
el efecto expansivo de los elevados precios del petróleo en los ingresos
provenientes de las exportaciones y, al mismo tiempo, las importaciones se han visto restringidas como
consecuencia de la recesión. Hasta mediados de septiembre, el precio medio de
la cesta petrolera Venezolana era de aproximadamente US$28, en comparación con
aproximadamente US$16 durante todo 1999.
Las
reservas de divisas han aumentado
a más de US$18.000 millones, de los cuales se han destinado al fondo de
estabilización macroeconómica US$2.300 millones, que equivalen a 16 meses de
importaciones.
A
fines de agosto el tipo de cambio llegó a 690 bolívares por dólar y es probable
que se mantenga estable durante el resto del año, ya que el
Banco Central todavía mantiene pleno control de los movimientos cambiarios. Aun
después de la reciente monetización del déficit fiscal correspondiente a los
sectores no relacionados con el petróleo, las reservas
cubren por lo menos 2,1 veces la base
monetaria y más del 75% del M2.
Gracias a los considerables ingresos generados por el petróleo, el sector
público registró un superávit durante el primer semestre del 2000. Sin embargo,
algunas medidas clave adoptadas por el gobierno a comienzos de año, tales como
la reducción de 1% del IVA, la eliminación del impuesto de débito bancario, y el aumento de
los gastos corrientes, sumado a una baja
recaudación de impuestos y a la disminución de los ingresos
por tal concepto debido al bajo crecimiento
económico, han
conducido al deterioro del déficit fiscal correspondiente a los sectores no
relacionados con el petróleo.
Aun
así, el desempleo aumentó, afectando especialmente a los trabajadores no
calificados, a las
y los jóvenes, y a la población urbana.
Aunque
no hay consenso sobre el verdadero nivel de pobreza en Venezuela, todos están de acuerdo
en que el crecimiento ha continuado. Tanto la pobreza como la desigualdad se han mantenido
por debajo del promedio para el resto de América Latina.
Actualmente el gobierno enfrenta los mismos problemas de otras administraciones
anteriores: un creciente déficit, presiones sobre la moneda y una inflación que
comienza otra vez a salirse de control.